En el convencimiento de que la función social de la educación es la de promover la equidad, la justicia social y la igualdad de género, nuestra escuela promueve ampliar las capacidades de los estudiantes, fortaleciendo sus identidades positivas, en tanto sujetos en formación y miembros de una comunidad en constante construcción.
Escuela y comunidad se integran en la tarea de promover en los estudiantes una competencia cultural versátil, que asegure una apreciación del patrimonio cultural propio y de la diversidad. Esa tarea implica apoyarlos en construir su propia identidad y su capital cultural. Pero, además, y respondiendo a las demandas del escenario mundial del siglo XXI, los estudiantes deben aprender a hacer frente a las presiones que genera el constante cambio y poder evaluar esto críticamente, asumiendo la responsabilidad de tomar decisiones en la construcción de su futuro. Para llevar adelante una tarea de tal magnitud, la escuela debe ser capaz de repensarse y reconstruirse, de transformarse social y culturalmente.
En este proceso, el centro educativo en relación permanente con su entorno, mediante una educación inclusiva, participativa y dialógica, es configurado como una comunidad de aprendizaje. Esta modalidad permite la generación de experiencias de participación en la construcción colectiva del conocimiento.
Esta dinámica permite a todos los involucrados redefinir sus vínculos con el conocimiento y percibir la relevancia de los temas que se abordan en la escuela para la propia vida, la comunidad, la sociedad y la humanidad. Desde esta concepción, todos los involucrados en el proceso de aprendizaje, y particularmente los estudiantes, son apoyados para ampliar y estructurar su visión del mundo.
Los valores que nos constituyen
Definir la escuela como comunidad de aprendizaje conlleva además reconocer cuatro valores que atraviesan el proyecto institucional:
- La singularidad de cada estudiante y su derecho a una buena educación.
- La amistad como vínculo fraternal que favorece el conocimiento general, la igualdad y la democracia.
- La diversidad cultural como riqueza.
- La necesidad de un modo de vida sostenible (concepción del buen vivir y del buen convivir)